Mes del Orgullo en Trendsétera

Si hay un momento para la complejidad, es este.

Junio es reconocido globalmente como el Mes del Orgullo: una oportunidad para celebrar la visibilidad, la dignidad y el derecho a vivir en libertad. Pero en un mundo cada vez más influenciado por los medios estadounidenses, muchos de los íconos y referencias que abrazamos —las banderas arcoíris, los desfiles, los legendarios disturbios de Stonewall— provienen de una narrativa construida en Estados Unidos. Una narrativa poderosa, sí, pero no la única.

Este año, siento la necesidad de desviar la mirada. América del Norte atraviesa un ajuste de cuentas cultural—quizás el más inquietante de su historia reciente. Lo que antes parecía un avance constante hoy se siente como un retroceso alarmante: los derechos están siendo cuestionados, el lenguaje se vuelve arma, y muchas de las conquistas de la comunidad LGBTQ+ están bajo amenaza. Este contexto nos recuerda algo crucial: el progreso nunca está garantizado. Los derechos, la visibilidad, la dignidad—deben defenderse y redefinirse constantemente.

Y es aquí donde quiero aterrizarlo. En México, solemos consumir y replicar narrativas extranjeras porque son más fuertes, más visibles, más globales. Pero existe una historia de lo queer aquí—silenciosa, digna y profundamente resiliente. Una historia que no se construye desde el espectáculo, sino desde la persistencia. Desde los rituales, el arte, y las voces que han moldeado nuestra identidad sin necesidad de cruzar fronteras ni imitar banderas ajenas.

Este junio, hemos invitado a un grupo de amigxs cercanxs: activistas, artistas y pensadorxs, a acompañarnos en la curaduría de una serie de reflexiones y cápsulas culturales. Juntxs exploraremos cómo lo queer en México siempre ha existido, siempre ha resistido, y —sobre todo— siempre ha enriquecido nuestra alma colectiva. Trazaremos un legado que no se sostiene solo en el trauma, sino también en la belleza, el deseo, la alegría y el afecto.

Que este mes no sea solo una celebración de lo que se ha ganado, sino una reflexión sobre lo que aún debemos proteger. El Orgullo en México no debería ser solo un desfile. Es una postura, una presencia y una promesa para las nuevas generaciones.